Comisión 07
Profesor: Santiago Castellano
Consignas: Teniendo en cuenta lo que señala Barthes respecto de la catálisis, o sea que la catálisis despierta sin cesar la tensión semántica del discurso y que estas disponen zonas de seguridad, descansos, lujos que no son inútiles, incorpore al menos tres catálisis en el cuento “Los amigos” de Cortázar (una que sea un diálogo, las otras descripciones). Justifique en un texto aparte su expansión (de modo sencillo, simplemente por qué resultaba operativo incorporarlas en ese momento de la historia o qué podían agregarle al lector, entre otras posibles). color
) A su vez, considerando lo que dice también Barthes en torno de los núcleos, esto es, que “la supresión de uno de los núcleos produce la alteración de la historia”, modifique alguno de esos núcleos en el cuento “Los amigos” de Cortázar de modo que la historia cambie. (Si se anima, por supuesto, puede cambiar el final del relato.) color
Trabajo individual
Primera escrituraNueva versión del cuento "Los amigos" de Cortázar
Los amigos de Julio Cortázar
(Final
del juego, 1956)
En
ese juego todo
tenía que andar rápido. Cuando el Número Uno decidió que había
que liquidar a Romero y que el Número Tres se encargaría del
trabajo, Beltrán recibió la información pocos minutos más
tarde. Tranquilo pero sin perder un instante, salió del café de
Corrientes y Libertad y se metió en un taxi. Al llegar decidió tomarse una ducha. Mientras se bañaba
en su departamento, escuchando el noticioso, se acordó de que
había visto por última vez a Romero en San Isidro, un día de mala
suerte en las carreras. En ese entonces Romero era un tal Romero, y
él un tal Beltrán; buenos amigos antes de que la vida los metiera
por caminos tan distintos. Sonrió casi sin ganas, pensando en la
cara que pondría Romero al encontrárselo de nuevo, pero la cara de
Romero no tenía ninguna importancia y en cambio había que pensar
despacio en la cuestión del café y del auto. Era curioso que al
Número Uno se le hubiera ocurrido hacer matar a Romero en el café
de Cochabamba y Piedras, y a esa hora; quizá, si había que creer en
ciertas informaciones, el Número Uno ya estaba un poco viejo.
De todos modos la torpeza de la orden le daba una ventaja: podía
sacar el auto del garaje, estacionarlo con el motor en marcha por el
lado de Cochabamba, y quedarse esperando a que Romero llegara como
siempre a encontrarse con los amigos a eso de las siete de la
tarde. Si todo salía bien evitaría que Romero entrase en el café,
y al mismo tiempo que los del café vieran o sospecharan su
intervención. Era cosa de suerte y de cálculo, un simple gesto (que
Romero no dejaría de ver, porque era un lince), y saber meterse en
el tráfico y pegar la vuelta a toda máquina. Si los dos hacían las
cosas como era debido —y Beltrán estaba tan seguro de Romero como
de él mismo— todo quedaría despachado en un momento. Volvió
a sonreír pensando en la cara del Número Uno cuando más tarde,
bastante más tarde, lo llamara desde algún teléfono público para
informarle de lo sucedido.
Vistiéndose
despacio, acabó el atado de cigarrillos y se miró un momento al
espejo. Después sacó otro atado del cajón, y antes de apagar las
luces comprobó que todo estaba en orden. Los gallegos del garaje le
tenían el Ford como una seda. Bajó por Chacabuco, despacio, y a las
siete menos diez se estacionó a unos metros de la puerta del café,
después de dar dos vueltas a la manzana esperando que un camión de
reparto le dejara el sitio. Desde donde estaba era imposible que los
del café lo vieran. De cuando en cuando apretaba un poco el
acelerador para mantener el motor caliente; no quería fumar, pero
sentía la boca seca y le daba rabia.
A las siete menos cinco vio venir a Romero por la vereda de enfrente; lo reconoció en seguida por el chambergo gris y el saco cruzado. Con una ojeada a la vitrina del café, calculó lo que tardaría en cruzar la calle y llegar hasta ahí. Pero a Romero no podía pasarle nada a tanta distancia del café, era preferible dejarlo que cruzara la calle y subiera a la vereda. Transitaba mucha gente, pues era hora pico. Exactamente en ese momento, Beltrán puso el coche en marcha y sacó el brazo por la ventanilla dejando ver el arma que llevaba. Tal como había previsto, Romero lo vio y se detuvo sorprendido.
A las siete menos cinco vio venir a Romero por la vereda de enfrente; lo reconoció en seguida por el chambergo gris y el saco cruzado. Con una ojeada a la vitrina del café, calculó lo que tardaría en cruzar la calle y llegar hasta ahí. Pero a Romero no podía pasarle nada a tanta distancia del café, era preferible dejarlo que cruzara la calle y subiera a la vereda. Transitaba mucha gente, pues era hora pico. Exactamente en ese momento, Beltrán puso el coche en marcha y sacó el brazo por la ventanilla dejando ver el arma que llevaba. Tal como había previsto, Romero lo vio y se detuvo sorprendido.
"¡Beltrán!¿Que haces con eso?"- susurra atemorizado Romero. Luego, agrega-: "Por favor, reflexioná, no lo...".
"...Tranquilo, Romero"- dice Beltrán mirándolo a los ojos. Carga el arma y añade-: "Es solo un juego querido amigo".
La
primera bala le dio entre los ojos, después Beltrán tiró al montón
que se derrumbaba. El Ford salió en diagonal, adelantándose limpio
a un tranvía, y dio la vuelta por Tacuarí. Manejando sin apuro, el
Número Tres pensó que la última visión de Romero había sido la
de un tal Beltrán, un amigo del hipódromo en otros tiempos.
Explicación de la expansión
Decidí en un primer lugar agregar esa necesidad de tomarse una ducha para reflejar la tranquilidad y relajación del personaje. No pareciera raro la acción de matar a una persona. Beltrán se muestra tranquilo como si se tratara de una acción normal, cotidiana.
En segundo lugar, agregué descripción sobre el lugar donde transcurre el asesinato para darle realidad, para hacer énfasis que se trata de un lugar cotidiano a la vista de todo el mundo. Este hecho se contrasta con el objetivo de Beltrán de que los amigos de Romero no lo vean. Ademas hace hincapié en la vista de "lince" de Romero que lo ve entre la multitud de gente.
Por último, el dialogo. Quise remarcar la idea del juego. Ya que desde el principio el narrador habla de un juego y esto se relaciona a como se normaliza en el personaje de Beltrán matar a una persona.
Modifiqué el núcleo donde Beltrán saca el brazo del auto para confundir al lector. Confunde ya que no se sabe luego si el Número Tres realmente le disparó o fue Beltrán quien mató a Romero.
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